Eduardo Ávila
SELECCIÓN
TEMAS:
01 - DE MIS PAGOS
02 - ZAMBITA PA' ENAMORAR
03 - CHACARERA DEL RANCHO
04 - DE SIMOCA
05 - LA FINADITA
06 - LA 7 DE ABRIL
07 - AÑORANZAS
08 - EL ESCONDIDO
09 - LA OLVIDADA
10 - LUNA TUCUMANA
11 - DEL TIEMPO DE MI NIÑEZ
12 - ZAMBA DE VARGAS
13 - LA QUEÑALITA
14 - CRIOLLITA SANTIAGUEÑA
15 - LA HUMILDE
16 - SALAVINA
17 - LA TELESITA
18 - ZAMBITA DE ALLA
19 - LA VIEJA
20 - ZAMBA DE MIS PAGOS
Eduardo Ávila nación el el 28 de Agosto de 1946 en Santiago del Estero y desde su infancia es influenciado por la música folklórica, ya que con su padre y hermanos formaban el conjunto “Los Ávila” al que se incorpora desde muy temprana edad.
Santiago del Estero tuvo, tiene y tendrá difusores de su arte que rompiendo las barreras de sus límites territoriales saldrán por el mundo a contar cosas de su historia legendaria. Eduardo Ávila es uno de esos juglares que un día se apoyó en un léxico directo, incisivo, con una idea clara y definida y salió a expresar en sus canciones el sentir de su pueblo, logrando imponer antes sus seguidores la personalidad de su estilo.
Eduardo Ávila heredo de su madre, América de Valle maestra rural, su vocación por la docencia, lo que lo obliga a continuar sus estudios y al recibirse es enviado a una escuela rural ubicada en las soledades de Mistol Pozo, departamento de Salavina, un pueblo remoto de la campana santiagueña pero con una cultura musical tradicional sorprendente, lo que influirá grandemente en su carrera artística. En ese lugar donde estaban incipientes los brotes sustanciales del folklore santiagueño fue maestro de primer grado inferior, asistiendo al despertar más temprano de la educación salavinera ya que sus alumnos oyentes hablaban únicamente en quichua, su persistente vocación lo lleva a aprender el idioma, entablando un dialogo fluido y cómplice con los changuitos del lugar.
La condición de educador le posibilita el conocimiento profundo de la música, los mitos y las leyendas, y en ese diálogo directo entre maestro y alumno, contribuye al intercambio entre dos culturas como son la autóctona quichua y la española.
Eduardo Ávila es la ejecución y cúspide del cantar santiagueño, la comunicación innata de esa chacarera que nació en sus pagos y que Eduardo hace suya, apropiándosela, como si al entonarla quisiera atrapar y entregar todo el sol y el sentir de su Santiago natal.
En sus inicios al participar en el Festival de Cosquín, es consagrado como “Revelación del Festival” por el voto unánime de la multitud que colmaba la Plaza Prospero Molina.
Su vivencia como maestro en Salavina le permite recopilar una copla que incluye en ese tema clásico de nuestra música nativa que es La Telesita. Tema este con el que ganara un certamen realizado por canal 9 de Buenos Aires y que fuera conducido por el siempre recordado Hernán Figueroa Reyes, además de ser un éxito en su discográfica, es el tema por siempre solicitado en sus presentaciones personales.
De ahí en más su nombre adquiere identidad popular, girar, presentaciones personales en radios y canales de televisión.
Numerosos festivales del país lo nombraron “Padrino” por su fuerza interpretativa y su estilo tan particular con una suerte de versos recitados y canciones emotivas, que arrancan el aplauso instantáneo del público, convirtiéndose a través de sus años de trayectoria, en uno de los cantantes populares más festivaleros.
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