Daniel Toro
SELECCIÓN
TEMAS:
01 - Zamba para olvidarte
02 - Mi mariposa triste
03 - Canción de Puerto Sánchez
04 - Escríbeme una carta
05 - Cancion Para Una Mentira (Con Aldo Monges y Carlos Torres Vila)
06 - Cuando tenga la tierra
07 - Zamba de la añoranza
08 - Engañada
09 - Quédate en mi
10 - Mi Principito
11 - Villanueva
12 - El antigal
13 - El mensú
14 - Recuerdo del Portezuelo
15 - Las palmeras
16 - Platerito
17 - El Cristo americano
18 - Que bonita va
19 - Canción del duraznero
20 - Indiecito dormido
Daniel
Cancio Toro, conocido como Daniel Toro, es un cantante y compositor,
originario de la provincia de Salta, Argentina, donde
nacio el
3 de enero de 1941,
destacando
en la ejecución y composición de música folklórica de
Argentina.
Daniel
Toro es un prolífico compositor que se estima ha compuesto más de
1000 canciones, entre ellas varias que se han vuelto clásicas del
cancionero argentino y latinoamericano como Para ir a buscarte y
Cuando tenga la tierra (con Ariel Petrocelli), Zamba para olvidarte,
Mi mariposa triste, Este Cristo americano, Nostalgia mía, Pastorcita
perdida, Zamba de tu presencia, El Antigal (con Uto Nieva y Ariel
Petrocelli), Mi principito (con Néstor César Miguens), etc.
Hijo
de Sixta Rosa Velázquez y Daniel Toro, es
el mayor de 8 hermanos quien
sobrevivió a su mellizo a pesar de ser más pequeño. Se sabe por él
mismo que en su primera infancia se familiarizó con la naturaleza
agreste que lo rodeaba, las leyendas del lugar y la imaginación que
su padre alentaba.
El
talento natural y la creatividad lo llevaron a crecer musical y
humanamente a pesar de la escasa formación científica.
Su
vida, un encadenado de adversidades fue una forja que lo modeló
humilde porque su visión del universo es tan amplia que el criterio
de vida adoptado lo eleva sobre el común de la gente; eso lo hace
grande como persona y grande a su obra.
Esta
obra (y aquí se abre un abanico de datos, la mayoría conocidos por
todos) comenzó, como una carrera, de niño, en una radio de Salta
(cantando tangos). Alos 17 años, ya estaba totalmente involucrado
con el folclore, compuso su primera canción: «Para ir a buscarte»
grabada por los folcloristas de todos los tiempos. A partir de allí
todo fue éxitos. Integró varios grupos: Los Tabacaleros, Los
Forasteros, Los Viñateros, Los Nombradores. En 1967, como solista,
fue Consagración Cosquín, aunque este escenario ya le había hecho
conocer la
ovación del gran
público que había sacado en andas a Los Nombradores cuando con este
grupo interpretó La Misa Criolla.
Lo
que vino después fue glorioso, tanto que las grabadoras se lo
disputaban. Lamentablemente fue a parar a una de esas fenicias que
imponían la moda y y que lo sacó del folclore; lo mezcló con los
baladistas de la época con lo cual no tenía posibilidad de mostrar
su brillo propio, aunque en el montón siempre se destacó. El
público lo hizo regresar al folclore.
Cuando
estaba en la cúspide de su carrera llegaron a su vida dos
circunstancias que le dieron un giro de 180 grados: Por su «Cuando
tenga la tierra» fue proscripto en tiempos del Proceso Militar. No
huyó del país, como otros, no lo mataron pero hicieron desaparecer
las matrices de sus discos. Cuando comenzó a regrabar toda su obra
se le manifestó con todo un cáncer de garganta por el que luego se
le debió extirpar las cuerdas vocales. Alcanzó a grabarlas con
admirable calidad musical pero sin el brillo original. Probablemente
por eso las últimas generaciones no reconocen en él el mérito que
otros admiran y valoran.
Porque
hacía lo que quería con su voz y con su estilo, porque hizo pasar a
más de una generación del suspiro al gemido, siempre con igual
embeleso, tanto desde su prolongado silencio que angustiaba por no
saber de su vida, como por lo que después se supo y engrandeció su
imagen: que, al enmudecer totalmente, se encerró en sí mismo, se
deprimió y se alcoholizó. Fue (lo dijo él) gracias a su familia, a
dos o tres amigos que aún lo acompañaban, a Dios y a la propia
fuerza de su dignidad que se levantó, dejó el alcohol, escribió un
libro tan simple como profundo donde plasmó, sin decirlo, toda su
tierna fantasía de niño y todo el dolor asumido con adulta
serenidad: «Pompo Limón y el niño» (se recomienda, es
formidable); conmovedor. De él surgió una ópera andina sobre la
que poco se sabe.
Comenzó
a hablar (¡y a cantar!) con una voz «soplada» que parecía
envejecida con la que mantenía viva la personalidad y el estilo que
todos conocían -¡y sin desentonar, en ningún momento!
Medio
país se contuvo para no llorar a los gritos en marzo del 99 cuando
¡apareció en la TV! ¡¡habló!! ¡¡¡y cantó!!! «Mi vida en
esta tinaja» en Argentinísima. Aún hoy a los hombres se les caen
lágrimas sin avergonzarse (está documentado) en Jesús María y
Cosquín cuando Daniel Toro se presenta y canta.
Ni
él sabe la cantidad de canciones que compuso musicalizando a poetas
exquisitos. Sus melodías son maravillosas, laberínticas, elegidas
con éxito por casi todos los solistas y grupos, incluso coros, que
interpretan música de raíz folclórica. Sigue, uno con su guitarra,
dando amor y haciendo música, sigue cantando. Hace unos pocos meses
se operó, con la confianza de recuperar dos octavas de la voz
perdida. Nada se comentó sobre si obtuvo el resultado esperado. Se
sabe que continúa apoyando en el camino de la vida y en el de la
música a sus hijos, quienes poseen una voz y un estilo similar y un
apellido que los enorgullece: Facundo Toro, declarado su heredero,
Claudio Toro «el Principito» y Carlos Toro quien, con Claudio y
otros está ahora integrando el grupo «Gualicho». Siguen
aprendiendo de él pero no alcanzan su mérito ni su nivel. Ni
siquiera se puede comparar la actitud de profundo respeto por el
público que lo hace poner de pie, saludar sonriendo y vestir con la
mayor corrección, casi siempre con traje sastre.
No
creo que en la historia musical del país exista parangón. ¿Duende?
¿Fuerza personal? ¿Milagro? A los homenajes hay que hacerlos en
vida. Él dijo que …’la vida siempre es vida, si crece’… y ha
hecho crecer su vida a tal punto que, tal vez se deba levantar la
mirada para observar la suya. Y entonces se lo verá, allí está;
desde allí él sólo sonríe, serenamente, mientras asegura estar
preparado para ‘el recreo de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario